Fue un momento gracioso cuando aquel chico de rasgos gatunos vino a buscarme, parecía feliz de hallarme, como si no me hubiese podido sacarme de su mente. Y eso me encantaba, ser el centro de atención de cualquiera, lo disfrutaba, pero tampoco era idiota para creer en sus palabras. Yo me volví así por una razón, y en ningún momento había sido él mi objetivo, así que hice lo de siempre. Pensar que nada pasó.
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