todo empezó una mañana de verano, era una más del montón, la chica invisible y entonces ahí estaba él, dueño del mundo, seguro de si mismo y de todos sus conocimientos, me acerco y ahí estaba él con sus ojos verdes como las hojas de primavera, la piel blanca como la nieve y la sonrisa que ilumina el ambiente, y yo una invisible más.
cada gesto, cada palabra, su caminar, las latidos de su corazón palpitando por segundos, quedaron grabados en mi memoria, llegué a captar cada sensación de él, llegando a conocer sus alegrías, tristes y preocupaciones, el conquistando el mundo y yo a través de la venta aprendiendo poco a poco como era su forma de vida, seguí siendo la invisible, y él inalcansable.