-¿La buscaras?. -Por supuesto, mi rey-contestó el siervo con una reverencia. Eran misiones como esas que hacían arrepentirse al siervo de haber jurado lealtad al rey, ¿Buscar a la sicaria más temida de Edrén? Ni el más suicida lo pensaría. Pero ya había aceptado, no había vuelta atrás. Se lanzaría en búsqueda de Lucifer, aquella cuya historia formaba parte de los relatos de terror que contaban las madres a sus hijos para obligarlos a portarse bien. Aquella que era tan heroína como homicida.