※Prólogo※ Todo comenzó con el sueño de la pequeña rubia de cabellos de oro y ojos de un azul cobalto, puros como el mar mismo. Me pedía ayuda cada noche de mi vida que soñaba desde que tengo memoria. Llegué a pensar que me estaba volviendo loca, fuí incluso a psicoanalistas del sueño. Siempre pensaba que...esa pequeña era producto de mi imaginación. Era tan retorcida... Nunca sabes cuán real puede ser algo. Esos ojos cobalto que enloquecen a cualquiera me miraban, como queriendo leerme cual libro abierto de par en par. -"Por qué lloras, pequeña?"-. Repetia y repetia. Nunca obtuve respuesta. Su madre, con ese rostro angelical yacía muerta, fría y dura como una roca a escasos metros de ella. Pero aún hermosa, como una flor. ¿No se daba cuenta aquella pequeña llorona? «Pobre e inocente pequeña...aún no sabe nada de este retorcido mundo». -pensaba mientras la observaba. Llantos de la pequeña inudaban el...¿Qué era aquello...? Parecía un altar, antiguo, sí... Tal vez del Siglo XVII. Aquello sólo era el comienzo de una tragedia.