Después de haber compartido cuatro meses de amistad sólida y tres años de un noviazgo lleno de felicidad, me encontré en el altar, diciendo "sí" con toda la confianza y emoción que había sentido hasta ese momento. En ese instante, nuestra relación parecía florecer como un jardín de rosas en plena primavera, lleno de vida, color y promesas de amor eterno.
Sin embargo, en menos de un año, algo cambió en nuestra relación, algo que nunca hubiera esperado. La persona que creía conocer tan bien, de repente, mostró aspectos de su personalidad que me hicieron cuestionar todo lo que habíamos construido juntos. Las rosas marchitas comenzaron a asomarse entre los pétalos frescos y vibrantes, mostrando una realidad que no había querido ver.
La ilusión y la admiración que tenía se vieron empañadas por una realidad dolorosa y desconcertante. Como mariposas atrapadas en una red, mi corazón se sintió aprisionado por las expectativas rotas y las promesas incumplidas. Ahora, me veo enfrentada a un profundo arrepentimiento por haber tomado ese paso hacia el altar sin haber reconocido las señales que ahora parecen tan claras en retrospectiva, como si hubiera estado cegada por el resplandor de las rosas en lugar de ver más allá de su belleza superficial.
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Mi chica e' modelo, Gigi Hadid
Yo sigo invicto, como Khabib
Tengo mi vida en Argentina
Tengo mi gente acá en Madrid
Franco me dice que no pare
Que, en par de meses, sueno en París