El amor es como la droga,el primer beso te lleva al segundo y el segundo pide el tercero,te vas enganchado a esos labios que besaste,a esos brazos que te dieron calor y en los cuales te sentías segura,pero al igual que las drogas,tiene su lado malo,secretos,deconfianza,celos.
Y cuando todo se va a la mierda y consigues alejarte de todo eso,entonces una noche empiezas a recordar y la tentación de volver,cada vez es más grande,echas de menos cada uno de esos detalles que te hacían sonreír,pero ya es tarde.
Necesitas que esa mirada de chulo,de prepotente vuelva a mirarte,que su boca pida a gritos tú nombre,sentir su tacto sobre tú piel,sus provocaciones en un suspiro cerca de tú oído,le necesitas,pero ya no hay marcha a trás.
Y es justo ahí cuando te maldices en secreto,cuando piensas que nada de esto hubiera pasado sí él no hubiera entrado en tú vida de esa forma,alborotando tus pensamientos y rompiendo tus reglas.
Me llamo Aroa García y creo en los imposibles.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.