En mí no existe la inocencia, puesto que mi familia está conectada a la mafia. Tal vez piensen que algo en mí está mal por no sentir remordimiento al golpear a alguien, se lo merezca o no, o por creer que la muerte es un fiel amigo de la vida que tarde o temprano se la lleva; pero al estar rodeado de gente que técnicamente tiene la palabra "asesinato" grabada en su ser, mi mentalidad cambió drásticamente, de ser a la de un niño cualquiera, a pasar a ser esto.
En fin, dejando de lado todo lo que tiene que ver con las personas que me engendraron y me criaron, sólo hay una persona que dejo que se me acerque. ¿Qué puedo decir de él? Es alguien jodidamente molesto, terco y que nunca se ha rendido conmigo, y aunque me dan ganas de asestarle un puñetazo en la cara, me aguanto, porque después de todo, es el único que es capaz de mirarme diferente de como lo hacen los demás.
-¿Qué tanto escribes? -me preguntó con su boca bastante cerca de mi oreja. Podía escuchar su aliento rozando contra el interior de ésta última.
-Y a ti que te importa, no es nada interesante -le respondí a medida que me levantaba de la silla y cerraba el libro en el que había escrito mis pensamientos.
-Bien, tu ganas. -Sonrió con resignación, y cerró sus ojos por un momento. Después tomó el libro de la mesa con rapidez y, aprovechando mi distracción, salió de la habitación corriendo- ¡Si es necesario me encerraré en el baño para leer esto!
-¡Maldita sea! ¡¿Por qué siempre contigo bajo tanto la guardia?! -le grité mientras lo perseguía.
-¡Porque me amas!
-¡C-cállate y sólo pasa el libro! -Me ruboricé, el muy tonto sabía mis puntos débiles, y todo porque le permití saberlos.
Puede que algún día me arrepienta de esto, pero mientras corro por la mansión de mi padre viendo sus sonrisas y escuchando las sonoras carcajadas de ambos, me pongo a pensar que jamás será así, y no quiero que cambie. Después de todo, él es mi radiante perdición.Todos os Direitos Reservados