Recuerdo haber leído durante las calurosas tardes de julio mientras esperaba en el auto a que bajaran mis niveles de rebeldía la novela de Gabriel García Márquez: "Memoria de mis puntas tristes", mientras pensaba en lo jodido que se tuvo que volver la vida para alguno de los personajes y preguntarme ¿cómo un individuo puede dejarse arrastrar por las circunstancias que le arrancan el alma? 5 años más tarde me encuentro sentada al borde de la cama, plasmando mis demonios que se convirtieron en fieles compañeros haciendo de los días una vida feliz pero con la culpa devorando cada parte de mi conciencia que no me permite seguir, todo gracias a insignificantes y estúpidas decisiones tomadas; aparentemente.