-Él es real... -susurro, un susurro que fácilmente podía no ser escuchado. El chico sabía que él era real. Estaba en frente suyo, mirándole con una sonrisa y acariciando la mejilla propia con su mano, grande y cálida al tacto. -Claro que lo soy, niño... -le respondió aquella persona, acercándose con una sonrisa socarrona al menor. - Te lo he dicho miles y miles de veces. [ADVERTENCIA: esta historia tiene contenido yaoi, homosexual, chicoxchico no explícita. Si a usted no le agrada este género, pido cordialmente que salga de la historia sin dejar malos comentarios o denuncia.] La imagen de la portada no me pertenece.