La madre de MinSeok le advirtió de los peligros que podía encontrarse en el viejo y denso bosque. Toda su vida escuchó los macabros relatos sobre las criaturas que allí habitaban. Estás eran grandes, peludas y sus dientes desgarraban la carne sin piedad. Aquellos que se atrevían a cruzar el bosque no regresaban, pero el chico rojo tenía que llevarle una canasta con comida a su pobre abuela. Nunca nadie le advirtió que tal vez esa criatura feroz no resulte ser como todos imaginaban. Puede que incluso, este sea su salvación.