Hay momentos de tu vida que guardaras siempre en tu memoria porque son tan mágicos que no se pueden tener en fotografía. El día que Rachel conoció a Emma fue uno de esos.
Sus ojos podrían ser los más hermosos que haya en el mundo, pero su mirada podría matar a quién quiera a su paso, envenenar tú alma y arder en el infierno con ella, pero también podría sanarte del mal en el que estás, aunque desgraciadamente ella sea el mal.