-¿¡por qué!? -
Ese fue el último grito que soltó mi señor hacia la señorita Elizabeth.
Él estaba cada vez más enojado conforme pasaba el tiempo.
La señorita Elizabeth debía quedarse hasta que se reconstruya totalmente su mansión, al parecer, la familia Middelfor estaba de viaje y justamente... Pues, alguien quiso matarlos y ahora la mansión de la chiquilla de rosa está más que destruida.
Cansado de escucharlos discutir tres malditos días seguidos, me propuse un plan.
Desde hoy, los escucharé más claramente, el Señor, hay veces que suele gritar lo que querría o esperaría de la señorita Elizabeth, eso me parece interesante.
Anotaré todo, y luego, cuando encuentre a la princesa perfecta, ellos terminarán.
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-Usted será perfecta para mi Señor-
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-Llévame a casa, por favor -
-Sebastian, no la lleves, es una orden-
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-¡Las cosas aquí se hacen a mi manera!-
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-Tú quién eres para robarme a mí Shieru y la atención de Alois! - se quejó dando un golpe al suelo, miré hacia otra parte- todo era mejor cuando no estabas -
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-Ciel, por favor no - se detuvo, me miró -
-Cambiarás de opinión al ver lo que tengo planeado -
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-Te amo -
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🌼 Todos los derechos reservados 🌼
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.