Las medias negras abrazaban la tersa piel de sus muslos de una manera casi vulgar. Contorneaba sus caderas al ritmo de la música encima de esa tarima; ante la vista de todos. Ojos cerrados y labios entre abiertos, dando una imagen malditamente caliente hacia los espectadores de su erótica danza. El olor a alcohol y humo lo tranquilizaba. Sus delicadas manos se paseaban con descaro por su cuerpo mientras movía las caderas. Exhibir su cuerpo lo hacía liberarse. Las miradas penetrantes y los gritos ensordecedores siempre estaban sobre él, ¿o debían llamarle ella? Vendía su cuerpo por paz. Nadie lo entendía, nadie lo entenderá. Nunca. 《Oh, tengo el cuerpo lleno de licor, y corre por mí la cocaína》 Sus manos se posaron sobre el frío metal del tubo que estaba sobre la tarima, sus movimientos sobre este eran delicados, se paseaban entre lo sensual y lo tierno. Abrió los ojos y lo observó, cabello rizado, ojos color esmeralda, labios rojos; siempre estaba ahí. Se deslizó lentamente al suelo, las luces rojas hacían resaltar el brillo dorado de sus afilados pómulos, hacían contraste con sus ojos. Su cuerpo tomó una posición sensual, y parecía que los tacones de aguja habían estado con el toda la vida. 《Tienes las piernas puestas para arriba con un aire malvado en la mirada》 Se encontraba frente a él, el verde y el azul se fundían en una guerra de poderes. Le gustaba dominar a los hombres. 《Déjame oírte decir que lo quieres todo.》 Porque en ese lugar tenías que pelear por estar arriba, dominando a todos. 《Pero no te veo asustado, solo sonríes, me dices, 'papi, esto es tuyo', porque sabes cómo me gusta.》 Tú y yo bebé, haciendo el amor como gorilas.