― ¡Has bajado dos Kilos más!― exclamó Kakashi, anotando el número que ofrecía la báscula en un cuaderno. ― ¿En serio? Pero si ayer no hice nada de ejercicio...― pensó en voz alta. Kakashi sonrió depredadoramente e Iruka, recordando el dolor en las caderas y en el trasero que había evitado poder hacer cualquier tipo de actividad física, se sonrojó. Kakashi se acercó a él y, pasando un brazo por su cintura para atraerlo a él, le susurró al oído. ―Parece ser que hemos dado por fin con tu deporte ideal, Iruka. ― ¿Eh?