Por la tarde, cuando han salido mis papás, corro al corral, escalo la barda apoyando el zapato en los huecos de los ladrillos. La barda está caliente, miro al corral vecino, mis manos tiemblan, se desmoronan adobes y los puercos asustados si les caen en las panzas. Subo hasta donde está el tinaco.All Rights Reserved