El viento soplaba fuerte a esta altura. Estabas de pie en la azotea de un rascacielos y lo primero que pensaste fue en acercarte a la orilla porque no había a donde ir. Cuando lo hiciste, el suelo parecía tan lejos que una ola balanceó tu cerebro. Debías alejarte pronto, pero una ráfaga de viento poderosa te lo impidió. Estiraste tus manos para agarrarte de algo, sin embargo no había nada. Caíste. Y caíste. Ni siquiera podías abrir tus labios cuando intentaste gritar. Luego despertaste, te estremeciste y sentiste que la cama se hundía debajo de ti. Entonces, sabías que era un sueño. Aunque tu corazón, latiendo con fuerza, opinaba lo contrario. En ese momento, te diste cuenta de que tus sueños pueden ser poderosos y sentirse... reales.