Mi nombre es Damian Dashkov y tengo 17 años.
17 años de sufrimiento, 17 años de lágrimas y 17 años de pena.
Siempre estoy al borde del suicidio. Tengo una antigua navaja suiza del ejército sobresaliendo del bolsillo de mi pantalón, dispuesta a mí cuando la necesito, lo que suele ser un día de por medio.
También fumo. Nada parece funcionar en mí. Así que llegué a la conclusión de que suicidarme era la mejor opción.
Así que fui a la estación de tren. Mis pies tamborileaban, impacientes por acabar con mi vida. Impacientes por dejar mi pasado atrás.
Dicen que las cosas luego mejoran. Bueno, llevo diez años esperando a que eso suceda.
En cualquier caso, esperé a que la estación estuviera vacía, dejando a mi vista las simples vías del tren. Y me acosté.
No recuerdo cuanto tiempo estuve así, pero sé que bastante. Alcé la mirada ...y vi algo totalmente inesperado para mí.
Allí estaba ella.
La chica con la que viajé durante más de cuatro años en tren, sin hablar. Ella escribía en un diario, y siempre cambiaba su pelo de color.
Y me miró.
Y cuando me miró, me hizo dudar de mi decisión. Ella pareció darse cuenta de lo que yo estaba a punto de hacer, y negó con la cabeza. Me estaba diciendo que no me suicide.
—Quiero acabar con mi vida—afirmé con fiereza.
Negó con la cabeza.
—No. Una persona que quiere suicidarse no quiere acabar con su vida, no realmente. Quiere acabar con el dolor.
Así que yo le hice caso.
Luego de eso, iba a la estación de tren el mismo día a la misma hora, solo para verla. Ella siempre estaba ahí sentada, con el mismo diario en la mano y un color de cabello distinto.
Encontré excusas para hablar e incluso sentarme con ella. Se llama Naira. Y es obsesiva compulsiva.
Cree que puede salvarme.
Pero es demasiado tarde para mí. No es ninguna historia de final feliz.
Andy siente que todo le sale mal: acaba de ser rechazado por la chica que le gusta y necesita ayuda urgente para aprobar sus exámenes o tendrá que recursar en las vacaciones de invierno. Para colmo, su madre le consigue el peor tutor de todos: Edward, el chico más grosero, antipático y con fama de ser homofóbico. El escenario no podría ser peor.
Sin embargo, con cada tutoría, descubre que Edward es todo lo contrario: es amable, divertido y está secretamente enamorado de otro chico de la escuela.
Andy, al descubrir que Edward no es lo que todos piensan, decide ayudarlo con consejos de conquista a cambio de las tutorías, no obstante, a medida que pasa el tiempo, la relación entre ambos se fortalece. Mientras Edward sigue los consejos de Andy y parece que está conquistando al chico que le gusta según sus propias palabras, Andy comienza a cuestionar sus propios sentimientos.
¿Podrán conseguir la conquista perfecta o descubrirán que el amor verdadero está más cerca de lo que imaginaban?