Tras una mudanza inesperada en el vecindario de Lara, su vida da un giro y lo que antes eran fiestas y tranquilidad se acaba tornando en un cúmulo de discusiones, amenazas y daños, ya que, sin saber la razón, su nueva vecina, Loli, le prohíbe terminantemente acercarse a su familia y eso les acabó llevando a muchas disputas. Lara tiene que intentar contener su ira y confusión o por lo contrario nunca conseguirá captar la atención de su nueva vecina e hija de Loli, Cristina. Y es que, a pesar de la mala relación que tiene con la madre, su atracción y ganas de querer conquistarla nunca han desvanecido.