Las guerras no sólo se libran en el campo de batalla, pero eso es algo que Doderot aun no sabe. No sabe que también se libran en los pasillos de piedra, donde las decisiones que se toman pueden llegar a sacudir el mundo; también se libran en las calles, donde encapuchados ondean una bandera al grito de libertad mientras nadie escucha; también se libran en el corazón y en la mente de las personas, donde alteran las mareas y pueden llegar a romper lazos que parecían inquebrantables. Las guerras abren heridas profundas a las personas, y les obliga a dar pasos que jamás creían que darían. Ni Doderot ni Lygeri estaban preparados para el día en el que el mundo debería enfrentarse, de nuevo, a una guerra donde todos acabarían perdiendo más de lo que estaban dispuestos a perder. Pero eso es otra que no saben de la guerra. Y que tendrán que aprender.