He estado al borde de la muerte varias veces. Bien por culpa de balas, o bien porque más de una vez he sido atropellada. O cosas así. El caso es que mis heridas las causan los humanos. Me llamo Ayala. ¿Mi edad? Más o menos 18 años. Soy una humana, una humana de pelo oscuro, ojos oscuros y piel morena, o al menos eso dice el agua. Me pongo alguna ropa de algún cazador o alguna cazadora de los que atrapo, aunque antes de cazar siempre estaba desnuda. Pero aprendí que al no tener tanto pelo como un animal, la ropa era imprescindible. Aún siendo una humana, no soy cualquier humana. Mi madre me encontró cuando ni si quiera sabía gatear. Me ha contado miles de veces la historia: aparecí de la nada. Ella decidió cuidarme. Mi padre, al cual expulsaron de la manada, me odiaba así que cuando esto ocurrió no me importó. A los 6 años mientras jugaba con mi madre, la toqué la cabeza, y de repente era ella. No sabía que me había ocurrido, ni porque era de repente una leona. Mi madre se sorprendió y se asustó bastante, así que llamó a Axía, el rey. No me quisieron contar que me pasaba, pero Axía dijo que no debía preocuparme. En seguida volví a mi estado normal. Desde ese día me entrenaron para luchar. Descubrí como poder transformarme en cualquier animal, solo si este quería. Conseguí mejorar mis habilidades. A los 14 años más o menos, me mandaron a por un cazador. Ese día es donde comenzó todo, desde entonces lo único que hago es liberar a mi tierra de los cazadores furtivos y malos hombres que se acercan a estas tierras. Y la verdad, me alegro por ello.
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