Tú siempre serás mi Cenicienta, la Cenicienta que yo siempre he esperado. Esa princesa que alivia mi cuento, esa princesa que me alivia con su tacto. Para mi nunca fue necesario que usaras corona, ni mucho menos que usaras vestido, con tus jeans rotos y camisetas, de cualquier forma te amaré. Desde el día que te encuentre yo juro que lo haré. Cameron aún no puede olvidar la sonrisa de esa chica con la que bailó en el baile escolar hace un par de semanas, su cabello negro que colgaba por sus hombros y las palabras que le dijo justo antes de marcharse a las doce de la noche. «Prometeme que después de esto no vas a odiarme» Cameron no sabe a lo que se refería aquella chica así que decide contarle a su mejor amiga lo que está pasando, la diferencia es que cada vez que le toca el tema la chica de cabello negro se pone nerviosa. Pobre Cameron, si supiera que su mejor amiga es su Cenicienta. A Emma no le gustan los bailes sin embargo bajo la insistencia de su mejor amigo accede a ir a uno. El problema, su mejor amigo le gusta y sus hermanas no le dejan ir. Pensando que es una señal del destino decide no retarlo y quedarse viendo TV en casa. ¿Pero que pasaría cuando a tu puerta llega un vestido, una nota de un hada madrina secreta y una máscara color blanco que podrían ser la clave de todo? Emma acepta al desafío, se suma a un baile y baila con un desconocido hasta las doce de la noche. Pero cuando el desconocido se quita la máscara ahí comienzan los problemas. Las hormonas se alborotan, el corazón se acelera, su boca se abre únicamente para decir esas palabras que últimamente tanto recuerda Cameron. «Prometeme que después de esto no vas a odiarme» Emma tendrá que aprender a lidiar con la presión de no ser descubierta, un par de hermanas locas y su mejor amigo enamorado de ella en secreto. ¿Difícil? No lo creo.