Hubo una época en que Melchor, Cristina, Tomás y Antonio fueron buenos amigos, que digo buenos, los mejores amigos, pero crecieron sin poder evitarlo y antes de que lo notaran ya no se conocían. ¿Es prudente juntar sus caminos nuevamente o todo terminará en una trágica colisión? Muchas cosas se pueden dejar atrás, pero hay cicatrices que nunca curan y lazos que no se olvidan, aunque a decir verdad ¿A quien le gusta meter el dedo en la llaga? Fácil, a ellos.