-Creo que tengo una extraña debilidad por los chicos malos.-Susurré sintiendo la excitación a flor de piel. Él sonrió, y no fue una de esas sonrisas de admiración u amor, al contrario, era de esas sonrisas que susurran peligro y dan un claro mensaje: Te bajaré las bragas y disfrutaré corromper tu alma. -No creo que la descripción "chico malo" sea la adecuada para mí.-Murmuró con aquella ronca e irresistible voz. -¿Cuál lo es, entonces?-Pregunté mordiendo mi labio y cerrando los ojos, a la espera de su respuesta. -Demonio.-Respondió, y sentí el impacto de sus labios y la presión de su cuerpo contra el mío. Me despedazó... Y lo disfruté.