La música estaba a todo volumen, existía solo un espacio de centímetros entre nosotros. Ella me miraba divertida mientras tocaba mi torso y terminó lo previo sin dejar distancia, pegando su rostro al mío. Me traía completamente loco; solo pude quedarme estático al sentir la explosión de emociones cuando me besó. Se rió alejándose de mí. Me la imagino pensando en que me comieron la lengua los ratones, pero en realidad estaba embobado viéndola. Ese es el recuerdo más bonito que he podido atesorar de esa trágica noche, fue la última en esa vida que llevaba. Ahora me toca contarles mi historia.