Ecos del silencio.

•Libro 1•
El agua de la lluvia puede ser la vida y la muerte. Mucha agua ocasiona riadas que matar a miles de personas, destrozan hogares y separan familias, pero a su vez es el agua más preciada, es pura y sin ella la vida no existiría. Es un doble filo de un mismo arma y por más que uno quiera negar, no se puede vivir sin ella.

Aquella noche un trueno cruzo el oscuro cielo, su rugir como el del mismo diablo penetro en cada uno de los rincones solitarios de aquel bosque, mientras la lluvia seguía cayendo y se colaba entre los recovecos de la tierra removida y mezclada con la hierba mala. Bajo aquella capa que horas antes había sido colocada con prisa y desgana se encontraba ella.
Sepultado y vivo el cuerpo de Akua permanecía en estado inconsciente. Muriendo lentamente por falta de aire y los hematomas provocados.
Una gota penetro por su nariz y la boca de la joven se abrió en busca del aire que no encontró. Sus ojos se abrieron envueltos en plena oscuridad y su cuerpo preso bajo un tremendo peso.
El agua seguía colándose entre los huecos libres e inundaba la tumba. La joven cuyo corazón latía desbocado, quiso gritar pero no tenia voz, no podía respirar a penas y menos moverse.
Nunca supo de donde salió aquella fuerza y determinación, o quizás todo era movido por el odio de su mente que recordó cada segundo de lo que había sucedido horas atrás.
Lucho como nunca antes había hecho y escarbo con sus manos desesperadas.
En un viejo bosque abandonado, lejos de la civilización, entre gruesos troncos de los arboles y tierra llena de hojas, una mano salió al exterior. La mano de Akua apareció en medio de aquella oscuridad.
En ese momento Akua volvió a nacer y en contra de su primera vez, debió luchar para salir y respirar el aire pero también cuando su cuerpo se encontró fuera, lo hizo lleno al completo y ciego por el odio y ganas de sangre.