Era invierno, pronto comenzaría la Universidad. Las noticias del país cada vez recaían, y mi madre me había enseñado unas raras técnicas de ataque como si eso en algún momento me fuese a servir de algo. Sin embargo, una mañana de ese hermoso invierno, los gritos inhundaron las calles y mi madre, como si supiese lo que pasaba, me dijo para qué me había preparado. Los muertos han revivido.