Porque no hace falta siquiera ver o conocer a una persona para amarla, yo puedo demostrártelo.
Nunca lo he visto, ni en fotos, pero mi corazón le pertenece hoy y siempre.
Su partida ya era esperada, lo que no lo fue era el cambio que causó. Cambió vidas, cambió sucesos, me cambió a mí... Cambió mi mundo.
Aquí y ahora les relataré la historia no de un niño, sino, de un luchador.
Uno que demuestra que tres días de vida son suficientes para desatar todo un armagedón de sentimientos.
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[ Basada en hechos reales. Se han modificado algunos datos para ser más agradable al leer ]