Ya hace mucho tiempo que mi hermosa juventud escapó de mi, y sentado sobre el duro colchón de lana de una vieja y fría cama, observo como la lluvia estalla silenciosamente contra los cristales de la ventana de mi habitación. Es uno de esos días grises en los que la melancolía me invita a recordar lo curiosa que es la vida. Viejos recuerdos del pasado revolotean en mi mente, dejando en mis pensamientos un amargo interrogante. A decir verdad, ya estoy un poco viejo para cuestionarme cosas que hoy ya no puedo cambiar, pero el hecho de encontrarme postrado en una cama viendo como el reloj de mi vida se devora rápidamente los minutos, me lleva a preguntarme nuevamente si aquello en lo que alguna vez que creí y defendí fervientemente tuvo algún sentido.