Basado en una historia real Lágrimas derramándose llevando a perder el control de mis palabras y pensamientos. Recuerdos desgarradores que no hacen más que avivar las ganas de gritar sin más lo que siento, para de alguna manera, dejarlo ir. Es increíble como algo tan sencillo como el querer lleve a la complicidad de olvidar o del olvido, que al fin y al cabo nunca se ausenta. El ser consciente de mi impotencia, porque es así, no hay nada por lo cual luchar, no hay nada que hacer para evitar el futuro ya prescrito. Mis palabras no son más que atajos para salir de mi constante tormento. Sinceros escapes de mis demonios. Demonios que se centran en una persona. Él. El causante de mis dudas, mi inseguridad y el protagonista de mi dolor. Porque más fácil de lo que suena, logra sacar lo mejor y lo peor de mi, haciéndome creer que de alguna manera era mi culpa. La verdad pura es que me deje llevar. Sí, soy culpable, de haber confiado en que él podía ser el mítico chico que llega en el momento en el que más lo necesitas. Sin aviso ni preparación. Llega para hacer de tí un remolino de emociones, pensamientos y preguntas. Que hasta ahora sigue acechándome. Por naturaleza ese remolino tendrá que disolverse y poco a poco iré construyendo los trozos de tinta borrada en mí. Gracias por hacer de mi mil pedazos así puedo verme mejor.