Existió un reino pacífico. Justo y noble. Hasta que el reinado de los Banks comenzó. Y justo después de su gobernación los comenzó a acechar una extraña entidad maligna y ellos no comprendían de dónde había salido ni quién la había invocado. Lo que sí se podía aspirar y sentir en el aire, era esa perturbadora aura, detrás de la máscara de personas normales sin oscuros pasados de por medio, de que los Banks ocultaban algo. Algo enorme, oscuro y retorcido. Los súbditos jamás imaginaron la magnitud de actos perturbadores que la realeza Banks cargaba encima. Ni tampoco se imaginaron el nivel catastrófico que se desató años más tarde, justo después del nacimiento de la princesa Chantelle.