Ella no es una musa, pero le gustaría serlo o tal vez no. ¿Por qué ser estática ante el hambre de querer conocer? Ese es la clase de espíritu que la ha empujado por años a no oír lo que es bueno o malo. Y eso fue lo que la dejó sin futuro, relaciones íntegras, casi sin un rumbo fijo. Nada trágico. Necesita saciarse en fantasías o amor, algo que solo logra mediante sus historias. Esto hasta que conoce a Adrián, que le hace querer dejar su pequeño mundo de mentiras para expandirse al real.