Escribir se ha convertido en una irremediable manía, un hábito inconcluso que trastoca, que muta y permuta, que horada, que incendia, que ennegrece y reverdece, que consume y que alienta, que vive y muere tras el último verso. La poesía, esa aurora boreal, se apiada de mí en la negrura, y, como extraviado transeúnte, se cuela entre páginas moribundas a esperar la estocada de mi pluma. Escribo esperando esa estocada.
8 parts