La desesperación se apodera de los individuos cuando se encuentran frente a algo que no entienden, cuando ven que sus sentidos los engañan y que su cerebro duda, cuando la perdida es un factor común y el final está en el mañana. El hombre confuso, temeroso, actuará impulsado por sus ocultos deseos para terminar con aquel templo indescifrable que se resguarda entre sus manías y actos más oscuros. Una niebla habita en nosotros, aquella que salvaguarda nuestros fetiches, nuestra hambre, nuestro odio, aquella que oculta todo antes dicho, solo basta una grieta que le permita salir y una acción que la lleve hasta los límites de la cordura.