Crees que tu vida no va a cambiar, que va a ser como todas las demás. Que vas a crecer, vas a ir a la universidad, vas a conseguir trabajo, casarte, tener hijos. Que vas a morir. Pero no todos los casos son iguales. En mi caso, llega un momento en el que añoras la rutina de la que todo el mundo quiere escapar. Te cansas de huir, de defenderte de gente que no conoces, quieres respuestas. Aparentemente, somos normales. Incluso yo lo creía antes de lo ocurrido. Antes de que Aria nos contara todo lo que sabía. Antes de que nuestros padres desaparecieran. Antes de saber que no éramos sus hijas biológicas. Antes de que odiara a mi hermana adoptiva. Antes del inicio de todo.