La residencia de mis primos está en el sur de la ciudad, precisamente en el pedregal de San Francisco. Es una casa majestuosa, de dos plantas, construida en un peñasco que permite contemplar en las noches la espléndida iluminación de la ciudad. El frente de la casa es un jardín cuidado con esmero; en él abundan las rosas rojas y las gardenias, que rodean una fuente en forma de hongo, traspa* sada por un puente de ladrillo. A espaldas de la casa, se encuentra un frontón, en el que pasan mis primos muchas horas los fines de semana. Las habitaciones son espaciosas y cómodas; las recámaras rodean, por la parte alta, una amplia estancia, decorada con muebles coloniales y bellos cuadros de pintores españoled.