La Villana ©

La villana, la bruja, la mala del cuento y bla bla bla... todo lo malo que quieran... Pues esa soy yo, Jade, y mi media hermana, Anna, sería la dulce princesa que no mata ni a una mosca, la santa, la... para no hacerla larga: una mojigata de cuarta.

No me importa ser la villana ni que mi "familia" esté en contra mía; seré lo que sea necesario para lograr mis objetivos, lo demás son simples daños colaterales que me traen sin cuidado. Lastimaré a Anna, mi padre y a la trepadora que tiene de esposa.

Claro, no conté con la llegada del príncipe infaltable de todo cuento cuya misión radica en derrotar a la villana -en este caso a mí-, y librar a la inocente princesa y a todos los "buenos" de su maldad.

Pero este príncipe es uno muy especial, no solo porque mi hermana Anna "la princesa" está enamorada de él, sino que Lucas -el príncipe- fue mi viejo amor de la infancia al cual no veo hace años.

Este hecho, sin duda, me complicará las cosas.
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Ahora, su deber como príncipe es defender a su princesa de la villana y derrotarla, y la Villana tendrá que destruirlo antes de que él lo haga primero.

Pero, ¿cómo hacerlo? Cómo escribir una historia cliché cuando los personajes se niegan a cumplir sus roles.

Nadie elige de quién enamorarse; ni la princesa, la Villana y mucho menos el principe. Al fin y al cabo, ésta es la vida real y aquí los roles determinados no existen.

¿Será posible que un príncipe se enamore de la villana? Los cuentos nos dicen que no. Aunque...

No confien en el mal, un alma llena de venganza nunca necesitó amor, o al menos no hasta él que llegó.

Tienes dos opciones: la amas o la odias.