Cuesta volver a acostumbrarse al ruido de la gran ciudad. Y tener que coger el metro no ayuda. Tantos años fuera de Tokio se notan y, aunque había seguido viniendo de visita y para algunas revisiones de Kyoya, no es lo mismo que cuando era pequeña. Y echo tanto de menos al equipo... Sé que los voy a volver a ver, pero no será todos los días sino cuando coincidamos en algún amistoso (o, con suerte, en algún partido oficial). Voy abriéndome paso entre la multitud y, a medida que llego a mi nuevo instituto, cada vez veo más uniformes similares al que llevo puesto por primera vez en el próximo año y medio. Y de repente allí esta: la puerta del Nekoma. Nerviosa me reviso el uniforme y, tras un profundo suspiro, entro en el recinto escolar.