Su corazón había sido roto otra vez por alguien a quien, ella pensaba, amaba. Le había mentido y eso era mucho peor que el abandono, pero parece ser que a él no le importó.
Ella se prometió no llorar por él. Simplemente hizo sus maletas y se fue para, quizás, no volver. O eso creyó.
Cuatro años después y con el corazón cubierto de acero ella regresa a Seattle con el anhelo de no tener que encontrárselo en aquella ciudad fría y lluviosa. Ella no estaba para excusas baratas ni promesas rotas. Ella regresó para demostrarle a todo el mundo que ya no era aquella chica débil y tímida, sino una mujer fuerte y segura de su futuro sin el control de un hombre que necesita a una mujer para sentirse mejor consigo mismo.
Aun sabiendo que una parte, muy pequeña de su corazón decía "tú, tú y solo tú". Debía empezar a pensar en ella, ella y solo ella.