La sangre que corría por sus venas jamás fue normal y los demonios de su cabeza siempre tuvieron el control. Fue bendecida con la libertad y el precio que tuvo que pagar fue la inmortalidad congelada. Se enamoró de un soldado que cayó en batalla. Y la sangre en sus manos no la dejaba dormir en paz. "Creo que yo soy el problema, todos a mi alrededor caen pero yo sigo en pie... estoy perdiendo el control y necesito que alguien jale del gatillo" Alguien que la salve o alguien que la mate. El demonio ya no puede vivir.