Solía divisar a una chica caminando en la avenida principal. Nada fuera de lo común; pelo cortó, labios cuartiados y una linda mochila azul qué colgaba en su hombro. Ésa era Rehenne. Caminaba y se escurría entré la gente, lo impredecible y notorio de Rehenne era qué caminaba cómo sí en sus oídos sonará una canción, una pequeña melodía qué la mantenía concentrada. Siempre la veía pasar caminando por él parque. Sé sentaba en un pequeño y alargado banquillo. Justo al lado de un arbusto verde con hojas brillosas y luego rebuscaba en sus bolsillos unos auriculares blancos. La veia batallar tratándo de desenredarlos y cuándo lo lograba, sé los colocaba con suavidad y empezaba su melodía favorita. Apostaría qué ése era su lugar favorito, y su momento favorito. No conocía a Rehenne, no sabia absolutamente nada de ella, lo unico qué sabía era su nombre. Un día Rehenne volcó a verme. Ahí supe qué Rehenne también sentía curiosidad por mí. ¿Cómo lo sabía? Me miraba de la misma manera qué yo a ella. *Todos los derechos de la obra están reservados. Se prohíbe la total copia de la obra en sí.*
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