Se trata de una carta emotiva que escribe un abuelo tras el fallecimiento de su nieta. En realidad, aunque esté escrita en primera persona y aparentemente se dirija a la niña, el anciano denuncia el mal uso y abuso del planeta y sus recursos y las consecuencias (directas e indirectas) que estos tienen, y propone un trabajo de empatia, concienciación y divulgación para todo aquel que "esté dispuesto a perder 5 minutos de sus ajetreadas y complicadas vidas, en leer las palabras de un anciano".