Sangre corría por mis manos hasta que caía al suelo. “Puta” “Eres una zorra” “¿Cuánto cobras por noche, zorrita?” Lágrimas llenaban mis ojos y la navaja pasaba por mis muñecas; no puedo con esto, simplemente mis fuerzas se agotaron, soy una débil, aparte de estúpida. ¿Por qué confié en él? Por idiota. Eso es lo que soy, una idiota. Vamos, Lizzy, ¿Qué pensabas que iba a hacer? ¿Guardarlo para recordar “buenos momentos”? ¿De verdad, eres tan estúpida? - Eres una completa imbécil, – murmuraba al espejo – eres una inútil, - tenia manchas negras debajo de los ojos por el llanto, - ¡Te odio! – grité rompiendo el espejo. ¿Qué pasaría si decidiera simplemente dejar de existir? ¿A alguien le importaría? Si dejara que la sangre corriese un poco más, ¿haría algún daño? No creo, ¿verdad?, ¿a quién le importaría la muerte de la que todo el mundo le hace bromas, a la “sin amigos”, a la “matada”? ¿A quién? A nadie, esa es mi triste realidad, a nadie le importaría si un día, simplemente, desapareciera. Yo no soy el tipo de “nerd” que tiene amigos, o un grupo, o a alguien. Aparte, no creo poder ver a quién me desvirgo, no lo puedo ver a “él”. Podría seguir yendo a la escuela si él no estuviera ahí, podría aguantar todas las ofensas, todos los insultos solo si él se fuera. Porque él es el que me hace querer morir.