La única cosa que nunca pensó obtener Abby es la vieja motocicleta, la misma que la llevara rumbo a la universidad lejos de sus padres, que los ama pero la envidia de como se conocieron al igual que las novelas que lee y tienen clichés en todo el sentido de la palabra. Esa palabra la detesta, la ha presenciado en la escuela y seguro la vera en esta etapa de su vida pero en la cual no piensa caer por ningún bad boy, nerd o atletas jodidos. En el trascurso de su meta en el bar que todos aman conocerá a Adam, un chico que la molesta y a donde quiera que ella vaya el está para hacerle la vida imposible, cosa que le altera los nervios y tambien el órgano que le bombea la sangre, aterrorizandola y evitando por todos los medios tener algún sentimiento. Pero al destino nadie lo manda, y aunque Abby haya leído tanto para saber en quien fijarse y quién no, nunca sale como ella quiere que sea.