Todos los días estaba acostumbrado a tomar la misma calle, pasar por las mismas casas, coger el mismo metro, recorrer horas sobre la misma vía y ver aquella chica que por una rara coincidencia siempre se sentaba al lado mio, quizas era porque estaba muy secar de la puerta y así se evitaba el tumulto de personas que se hacía al salir, eso solo eran supersticiones.