En aquel momento lo único que ví fué como aquella persona que decidió cuidarme y protegerme aún sin yo ser de su sangre se desvanecía en el suelo con los ojos vacíos, sin ningún tipo de expresión en ellos. Las lágrimas salían descontroladas y humedecían mis mejillas, pero era como si yo no estuviese en aquel lugar. Yo no me sentía en ese lugar. Era como si por unos segundos mi cerebro hubiera dejado de funcionar, pero esos segundos se convirtieron en minutos, horas, años, y así sucesivamente hasta seguirme torturando a día de hoy. Dejé de responder por ese cuerpo, no pensaba si las consecuencias de mis actos podrían beneficiarme o perjudicarme, y eso es lo que me hacía ser más real. No tenía sueños ni pensamientos que me alejaran de la cruel pero savia realidad, y eso era lo que me permitía no tener ningún tipo de sentimiento sin dejar de estar vivo. Pero la verdad, esque me siento más muerto que vivo