Puede existir una reencarnación tan exacta, que te permita tener los mismos padres, el mismo nombre, los mismos amigos, y el mismo amor... pero con un destino diferente. Puede suceder, que los recuerdos de tu vida pasada te ayuden a no cometer los mismos errores que te privaron de la verdadera felicidad. Naruto, Sasuke... alguien vendió un final feliz y una continuación turbia a su historia... eso es lo que ve Naruto, sus sueños lo atormentan a pesar de tener con él a Sasuke, que no se inmuta ante sus flaquezas. Mismos nombres, mismas caras, mismas familias, mismos amigos, pero definitivamente las cosas han ido diferente, porque Naruto así lo quiso y lo hizo, y no lo consultó con nadie, se permitió el egoismo que no tuvo en sus recuerdos, y aunque la culpa lo carcome... Sasuke sigue ahí, a su lado, y algún día lo golpeará por dudar de su decisión. El destino no pone todas las cartas a tu favor, eso nunca pasa, te puede dar la baraja, pero eso no te hace tener el control sobre los demás jugadores. Naruto entendió eso cuando los motivos de su culpa aparecen cuando todo va de maravilla en su vida amorosa. Y mientras él duda que las cosas vayan a terminar diferente esta vez; Sasuke no estará dispuesto a concederle su vida a nadie más.