Rossy decidió comenzar una vida independiente mudando hacia un edificio donde su gran razón de mudarse se encontraba viviendo. Había vivido sus veintiún años de edad acosando a su vecino, y ahora compañero de edificio. Nunca se cruzó por su cabeza entablar una conversación directa pues debido a la diferencia de edad se vio muy complicado. Pero con esta nueva oportunidad y con una mayoría de edad suficiente, Rossy se armará de valor para encontrar el momento indicado a iniciar una conversación, una cita, un compromiso, y una boda con su vecino. Aunque sus planes darán un giro inesperado cuando se percaté que los inquilinos en el edificio donde vive no son muy normales. Un stripper estará invadiendo mucho su espacio personal, el muchacho de gafas y con amor por la comida siempre esperará a que le preparé la cena, aquel muchacho de brazos expuestos y mirada arrogante le causará más de un problema, a diferencia del muchacho con orejas prominentes y una gran adición a los videojuegos que se convertirá en su mejor amigo. Y, a pesar de que, Rossy tratará de librarse de ellos en su intentó provocará su primer e inesperado encuentro con su vecino al chocar la cabeza contra su pecho y observar aquella sonrisa que tanto le fascina mientras él sostiene entre sus manos un paraguas roto y un gato.