¿Cómo es que después de mi hay mil más? ¿Cómo es que después de ti, no hay nadie? Es injusto, me dejaste vacía, sola, deprimida, y sin ser capaz de querer a alguien. Me dejaste incompleta, me dejaste sintiendo que nadie nunca iba a ser capaz de volver a quererme, y así ha sido, porque si alguien se acerca lo alejo sin querer. Porque no puedo querer sin quererte a ti. Me dejaste esperando a que lo tuyo con las demás no resultara, para que así volvieras a mi. Me dejaste patética, me dejaste desesperada, me dejaste desolada. Me dejaste por alguien más, que apuesto que no te quiere ni la mitad, y que yo te quiero más. Me dejaste llorando cada noche, me dejaste por cualquier reproche. Me dejaste cariño. Me dejaste. ¿Y cómo se deja a alguien, que te dejó sin decir adiós?
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.