Beam es tan solo un empleado de una cafetería en el centro de la ciudad, ejerce el cargo de mesero debido a que su familia vive con lo justo y él debe trabajar para pagar sus estudios. Entre tanta gente que conoce, hay un hombre en especial que llama su atención, demasiado guapo y refinado al caminar, pero su mirada solo destella peligro y algo que el pelinegro se muere por descifrar. Aquel misterioso hombre es cliente habitual de la cafetería, siempre se sienta en la mesa más alejada a leer y su pedido trata de una copa de vino Diable Rouge, una taza de café bien cargada sin azúcar, junto con un pastel de trufas. ¿Quién diría que el diablo ama el chocolate amargo y tiene un viñedo? Nadie.