Si uno se pusiera a pensar en lo poco que sabemos. Si es que sabemos algo. Sabria que sabemos muy poco. Saber es algo curioso, pues, a veces, uno sabe que sabe, otras veces sabe que no sabe después de creer que sabe, otros, no saben que saben. Algunos buscan el saber, como quien busca botones negros en frasco para coserlos a una camisa; pero el saber no está en un frasco, ni mucho menos tiene forma de botón, ni forma de nada. Es amorfa.
¡Ay, pero la ignorancia, la bendita ignorancia! Muchas (muchísimas) veces es mejor ignorar, no saber las cosas, porque uno puede dormir en paz al no saber algo, porque ignora su existencia y como no sabe siquiera que eso existe no hay problema, uno no puede preocuparse por algo que no existe, ¿verdad?
En cambio el saber, cuanta gente ha muerto por saber cosas que era mejor desconocer. Si uno no diferencia rara el bien del mal, podría hacer lo que le venga en nada y alegar desconocimiento ante Dios en el Juicio Final y Dios no podría impedirte el paso al Paraíso ¿verdad?
Tantos (y tontos) problemas han encontrado su causa en el saber, los celos, pesadillas, miedos (porque uno no puede temer a lo desconocido si no supiera que existe Lo Desconocido, ¿verdad?) uno viviría como quisiera, viviría realmente la vida, así como en las canciones, entre fiestas, alcohol y descontrol, comiendo todo, sin preocuparse por las calorías, el azúcar y demás, si uno supiera que eso lo llevaría a la muerte. Uno ni siquiera sabría lo que es eso.
Pero bueno no todos piensan así, porque nos pasamos la vida entera tratando de respondernos infinitas preguntas, tratando de saber. De saber sumar, conducir, cantar, de dónde venimos, a donde vamos, porque vamos, porque nos enamoramos, porque seguimos en el universo, QUE es el Universo.
Nadie tiene las respuestas, bueno, nadie las tenía...a excepción de Edward Corcaran. El Hombre que lo sabía todo.
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